Todo el Universo es vibración. Las antiguas culturas y religiones ya lo creían y la física moderna así lo cuenta en la Teoría de las Cuerdas.
Los cuencos ya eran utilizados como instrumentos sagrados por los maestros del Tíbet en el siglo VI a.C. para su propio crecimiento personal.
Los cuencos tibetanos vibran, produciendo una gran cantidad de armónicos y parciales que, por el principio de resonancia, nos inducen a vibrar en armonía, produciéndonos beneficios a nivel físico, emocional, mental y energético.
El estado de relajación profunda en el que se entra con esta terapia favorece el despertar de procesos evolutivos en la persona. Activa y refuerza el poder de autocuración que todos tenemos. Remueve viejos patrones caducos para dejar sitio a los nuevos.
Algunos de sus muchos beneficios son los siguientes:
- Masaje profundo a nivel celular
- Disuelve bloqueos, devolviendo la armonía
- Disminuye el estrés
- Proporciona alegría de vivir
- Armoniza y energetiza nuestros cuerpos sutiles
- Fomenta la intuición y la creatividad
Descubre la relajación profunda de tu cuerpo y mente. |
El masaje con cuencos tibetanos se recibe tumbado en una camilla, con ropa cómoda. Algunos cuencos son colocados encima del cuerpo en distintas zonas y se ponen a vibrar frotándolos con una baqueta. Esta vibración la sentimos con todo nuestro cuerpo, creando una profunda relajación, paz y sensación de plenitud. Tomamos contacto con partes de nuestro cuerpo de las que normalmente no somos conscientes. Se trata de un masaje profundo a nivel celular, ya que las células contienen una gran proporción de agua, que es un medio ideal de transmisión de la energía vibratoria.
El amplio espectro de frecuencias que va desde los sonidos graves de los cuencos más grandes hasta los armónicos agudos de los más pequeños nos armonizan desde el plano físico hasta el emocional y mental.
La escucha de estos cuencos hace que el cerebro, en respuesta a estos estímulos sonoros, realice unos cambios bioquímicos muy beneficiosos.
Los cuencos en sí no sanan, sino que estimulan nuestro propio poder de sanación. Nuestro cuerpo sabe mucho más que nosotros. Solo hay que proporcionarle el espacio necesario para actuar disolviendo los bloqueos que le impiden hacerlo con normalidad. El masaje con cuencos tibetanos se recibe tumbado en una camilla, con ropa cómoda. Algunos cuencos son colocados encima del cuerpo en distintas zonas y se ponen a vibrar frotándolos con una baqueta. Esta vibración la sentimos con todo nuestro cuerpo, creando una profunda relajación, paz y sensación de plenitud. Tomamos contacto con partes de nuestro cuerpo de las que normalmente no somos conscientes. Se trata de un masaje profundo a nivel celular, ya que las células contienen una gran proporción de agua, que es un medio ideal de transmisión de la energía vibratoria.
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